Algo recomendable si al llegar nos encontramos esta circunstancia es subir a algún rascacielos o monte de la zona como la Coit Tower y ver los rascacielos justos, sin desmedida, sobresaliendo en un mar de niebla que encierra todos los encantos que encontraremos una vez la cosa mejore: Al final el día soleado llega, y es entonces cuando, a la magia de la niebla, se le suma la sorpresa de una ciudad que despierta, que vibra, al ritmo de una libertad de vida legendaria en Estados unidos y en comunión con el ambiente mar-ciudad-montañas que le da ese carácter extra a las ciudades; como Barcelona, Bangkok o Tokio SanFran es un lugar abierto al visitante, que disfruta de hermosos días soleados en los que uno puede ver cómo la gente disfruta del lugar en donde vive.
El downtown, distrito financiero, es un “pack “de rascacielos alrededor del cual se vertebra la ciudad, con su calle Market atravesándolo como la Diagonal en Barcelona; el SoMa (South of Market) al sur y los rascacielos, chinatown y little Italy al norte y agua en toda la circunferencia de la zona. Afortunadamente el ayuntamiento no ha permitido, en las últimas décadas, la construcción de edificios más altos que el más característico de la ciudad, la Torre TransAm, lo que le da a San Francisco un Skyline atractivo como pocos.
Nuestra gran amiga a la hora de orientarnos en la zona de la bahía, con su forma piramidal es la encargada de marcar el eje de la ciudad.
Estos puntos, no obstante, abundan en una ciudad como ésta, incluso en lugares como Oakland o Berkeley, al otro lado de la bahía, visitas también recomendables la una por su historia -el clectivo activo negro Panteras Negras se inició aqui, por ejemplo- y la otra por su universidad.
El parque Washington, al norte, o el más importante parque Golden Gate, al este, morada de numerosos hippies y en el que desemboca la calle Haight, centro de la movida hippie en el verano del amor del 69, marcan buenos lugares para dejarse envolver por la actividad, en un dia soleado, de la ciudad que late alrededor de uno. Tranvías arriba y abajo, enormes camiones de bomberos armando una buena con las sirenas -San Francico ha tenido una larga y complicada relación con el fuego-, turistas mirando al cielo, el chico de color comiendo una hamburguesa; el chino volviendo de comprar la cena, el ejecutivo que viene de una reunión... el hippie destartalado, aquí todos se mezclan pero todos toleran (por lo general, como siempre).
Festiva como pocas -Halloween fue para el que suscribe una montaña rusa de emociones-, siempre encontraremos exposiciones de Arte, conciertos imprescindibles o actos públicos a los que acudir, por no mencionar los 1000 museos y edificios historico-remarcables que posee el downtown.
Mi experiencia, además, fue endulzada por el lugar en el que me alojé -el Hostal Green Tortoise, en la calle Broadway-, que aparte de ser una fantástica “base de operaciones” me brindó la posibilidad de contratar un viaje de 4 días, a bordo de un autobús-litera, por el desierto de Death Valley.
Impresionan lugares como Badwater Basin, el lugar más bajo del hemisferio norte -86m por debajo del mar, y ubicado en un desierto de sal interminable- el cráter Ubehebe, testigo de la enorme explosión de una acumulación hidráulica en el subsuelo, o los numerosos campos de dunas o pueblos fantasma, pero impresiona también esta manera de viajar: Durante el día, el bus es sofás delante, mesas en medio y colchón la mitad trasera para tenderse a disfrutar del paisaje mientras el autobús continúa la ruta a la próxima visita.
Por la noche, todos a hacer la cena, fogata y el autobús se transforma en dos niveles de camas para 24 personas por si alguien no quiere dormir fuera, en una tienda, bajo el cielo estrellado del desierto. Relmente toda una experiencia, que recomiendo a cualquiera que quiera explorar Alaska, California o la Baja California: Tal es el rango de LOOPS o destinaciones.
San Francisco es, en resumidad cuentas, el lugar por el que empezar si se va a la costa oeste de Estados Unidos.
Sin dejar de sufrir los mismos cánceres que el resto de la sociedad Norteamericana, en esta ciudad se respira un aire diferente. Tal vez la conciencia de que, en cualquier momento, podría empezar el Big One -el gran terremoto que se sabe sucederá el las próximas una o dos décadas-, les haga inconscientemente olvidarse de que esto es América, y recordar que aquí rige una ley que se impone a las federales: la ley del tiempo, el que les queda antes de que los tejados empiecen a caer sobre sus cabezas.
La conclusión lógica es disfrutar de ese poco tiempo que se tiene, algo común con el viajero de paso. Y eso en San Francisco es muy, muy fácil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario