domingo, 23 de agosto de 2009

Ko Phi Phi


El grupo de las Islas PhiPhi, dentro del parque nacional de PhiPhi, se compone de 2 islas principales, Ko Phi Phi Don y Ko Phi Phi Leh (que sepais que en Thai todas las islas empiezan por Ko -.- ), rodeadas de no más de 3 islotes como la isla de bambúes, por ejemplo. La principal, PhiPhi Don, son básicamente dos islas unidas por una estrecha franja de terreno, el principal punto de vida de las islas. Su vecina, Leh, es lo justo para no ser un islote, 6 km2, y donde jamás se ha construido -ni se hará.

Uno no se espera, a estas alturas, encontrar un lugar que justifique la etiqueta de paraíso: En estos dias, con la enorme mayoría de destinaciones y lo avanzado del turismo, siempre habrá un pero, desde el alojamiento hasta el exceso de gente hasta el tráfico...

Es por eso que la primera buena señal que PhiPhi Don nos brinde será la ausencia de vehículos a motor -coches, motos y demás- en toda la isla, siendo las únicas permitidas las motos de la basura (la explicación, más tarde). Motos si, motos con carros enganchados y no camiones porque tampoco les hace falta más: el segundo buen augurio que la isla nos brinda es comprobar la pequeñez de la misma, no imaginada hasta que no se llega.

La vida se centra en un terreno de playa de unos 5km de largo por unos 3 de ancho llamado Haad Yao, con sendas playas a este y oeste, tratándose el resto de la isla de resorts bastante aislados -y bastante caros- y un puñado de aldeas de pescadores, no más de 10 casas.

Siendo un paraíso también para los buceadores, aqui encontraremos desde tiburones leopardo o tortugas hasta el maravilloso -pelín maltratado por la actividad humana, eso si- coral. Incluyendo a nemo; le encontré ;)

Los alojamientos, resorts y demás son suficientes, pero hay que tener en cuenta que las infraestructuras se están reparando y el suministro de agua deja mucho que desear en cuanto a su calidad. Y ahora es cuando viene la explicación pendiente y la razón de lo rudimentario de las infraestructuras:

La Isla ha estado y está en reparación, después de que el Tsunami del 24 de diciembre del 2004 matara de 2500 a 3000 personas, muchas de las cuales dadas por desaparecidas. Locales, turistas... los corazones de los lugareños están, y estarán, en reparación.

Antes del Tsunami, PhiPhi (Don, recordemos que en PhiPhi Leh jamás se ha puesto un ladrillo) se había entregado a la construcción salvaje, al crecimiento exponencial; el exceso de cimientos y tráfico en una isla tan pequeña la estrangulaba.

Pero llegó el día, las aguas pasaron y arrasaron: En una mañana, en Hat Yao -foto de arriba- no quedaban edificios sanos, los vehiculos invadían las calles en pilares de a 3 y las infraestructuras literalmente se hicieron pedazos.

Desde entonces la ayuda internacional ha llegado con suficiencia, el gobierno ha empezado a controlar el crecimiento e incentivar la autosuficiencia, por ejemplo prohibiendo la circulacion de vehiculos a motor en toda la isla o creando un sistema de tratamiento de agua basado en un gran parque-jardín de agua residual con abundante vegetación “chupadora/tratadora” de aguas ya usada.

Hoy PhiPhi es una isla en reconstrucción, con una herida que perdurará pero abierta a seguir un futuro -no muy próximo esperamos- de sostenibilidad y no-sobreexplotación.

Como curiosidad, señalar que se rodó en PhiPhi Leh la película la playa, del 2000, Maya beach se llama el lugar -rodando secuencias en Ko PhaNghan.-anteriormente citada en este blog-, pese a estar distantes cada una en un lado de Thailandia, y hay que decir que no muy respectuosamente; desde plantar árboles no autóctonos hasta terraformar ciertas zonas de la isla.

Y como curiosidad aún más friki en PhiPhi Don se rodaron secuencias de la peli el Hombre de la pistola de Oro de james bond en 1974 ;-) Seguramente no siendo ni 1/10 parte de lo agresivos que fueron en el 2000...

Y sanseacabó! Mi periplo por Thailandia, dos meses en este gran -a mi modesta opinion- país, en el que la gente no está orgullosa de ser Thai sino contenta de serlo.

La próxima, ya desde Vietnam, el “dragón dormido” de Asia. Así que, si me acompañáis...


Thailandia sur: KoPhaNghan, o la Ibiza Thailandesa


Y llegó la “pausa” que había estado esperando: Las islas del sur de Thailandia, que me tomé como un descanso de cosas como llevar la cámara encima todo el día.
Siendo mediterráneo mi cuerpo me pedía mar a gritos; así, llegar al puerto de SuratThani y respirar de nuevo el olor a mar me bajó de revoluciones y me preparó para lo que me esperaba.

Trayecto Bangkok-SuratThani en bus y Ko PhaNghan en barco, unas 12 y 2 horas respectivamente por unos 600-700 bahts lo tendremos. Como siempre, se puede llegar a hacer duro pero nada que nos estrese en demasía: Es fácil viajar en Thailandia, es uno de los paises ricos del sureste asiático y tanto las infraestructuras como el parque móvil están 100% acondicionados para el transporte terrestre.

Llegado a Ko PhaNghan, la mediana de las 3 islas -PhaNghan, Samui y Tao, la más pequeña y lugar a donde ir a hacer buen esnórquel-, hay diferentes opciones: En el norte y noroeste de la isla tendremos tranquilidad, en el sur y noreste estaremos cerca del meollo: La playa de Haad Rin, con sus dos vertientes, sunrise y sunset, y sus legiones de jóvenes de todos los paises que vienen a esta ibiza thailandesa buscando fiestas de luna llena, bailes de fuego en la playa y eventos en resorts con piscina.

El viajero más tranquilo hará bien en dirigirse a Ko Tao o incluso a Ko Samui; en esta isla, KoPhaNghan, nos dará la impresion de estar en medio de una gran fiesta, en curso o en preparación, al ver durante todo el día taxis-pickup cargadas de turistas jóvenes yendo a tal o cual evento -generalmente en el sudeste de la isla-

Servidor estuvo 8 dias en la isla, con lo cual le dio tiempo de visitar cosas como un centro de meditación donde retirarse una semana -fundado por un americano y mantenido por monjes y una pareja alemana-, casi el único de la isla y donde podremos aislarnos del exterior, a saber: No hablar, no gritar, comer frugalmente, meditar, pasear, etc. Contradictorio en una isla así...
Existen tambien en la isla diversas cascadas que vale la pena ir a ver, por cuenta propia o uniéndose a uno de los “reggae tours” que salen de Hat Rin en barco y remontan el río hasta dichas cascadas: Buen trayecto y buena manera de conocer otros viajeros.

Obviamente tampoco podia perderme la half moon party: En esta isla cualquier excusa es buena para una fiesta organizada, así que existiendo la luna llena es obvio que habrá tambien la media como mínimo. La diferencia, esta última se celebra en medio de la jungla; cada vez más gente, entre la que me incluyo, la prefieren a la luna llena que se celebra en la playa de Haad Rin.
Los tours a hacer esnórquel o submarinismo pueden tener lugar en PhaNghan pero generalmente nos derivarán a la costa de Ko Tao. Más pequeña y con aguas más cristalinas, como se ha dicho será un destino preferible a familias y viajeros no tan interesados en eventos de noche. El pero en Ko Tao nos lo ponen los precios, más caros que en las islas vecinas; PhaNghan sigue siendo caro comparado con el continente pero los precios se mantienen al soportar casi exclusivamente un turismo mochilero.

Lógicamente al ser una isla las infraestructuras no son tan buenas; de hecho, son malas hasta resultar peligrosas.
La orografía de la isla -las carreteras hacia Hat Rin pueden subir-bajar 50 metros en 20 metros de recorrido; a una moto de alquiler (250 bahts/dia) de 125cc con 2 personas a bordo le cuesta subir esas pendientes-, la mala calidad de los pavimentos y, sobretodo, el alcohol, hacen que cada día haya un accidente de moto en la isla, en el 85% de los casos tratándose de un turista (Apostamos sobre seguro al pensar en sangre más bien anglosajona). Es famoso el “tatuaje de PhaNghan”: rascadas, golpes y miembros vendados debido a caidas en moto.

Por lo demás, como el resto de Thailandia: Fácil quedarse, fácil sonreir. Encontraremos la isla más atractiva cuanto más jóvenes seamos y más ganas de “pendonear” tengamos; para todo lo demás están sitios como la citada Ko Tao o mi próximo destino, la costa oeste Thailandesa, el mar de andamán y, en él, un pequeño paraíso: Ko PhiPhi.

lunes, 3 de agosto de 2009

Interludio 2º- Camboya, o el poder del dólar

Mi incursión en Camboya -4 dias en Sieam Reap- hasta el Angkor Wat no me ha permitido sacar muchas conclusiones acerca del país que digamos, pero algo sí me siento obligado a comentar: Pobres camboyanos, que adoran al dólar americano y “repudian” el real camboyano.

Por supuesto podremos pagar una comida en reals, sólo tenemos que apartarnos un mínimo de las zonas más turísticas, pero aún así incluso en los pueblos los niños le pediran a uno “one dollar”, no “4000 reals”.

A la hora de pagar, carta de precios en dólares. En el par de cajeros en los que estuve, impsible obtener reals: La máquina sólo daba dólares.

Realmente es lástima que un país así se deje dominar tan descaradamente por la influencia o imposiciones de un lugar en la otra punta del mundo. Y estoy seguro de que hay bastantes más casos, estoy seguro de que alguno más encontraré, pero me ha impactado la naturalidad con que aceptan la sumisión.

Además de la salvaje globalización y centralización de poder en la que vivimos, eso nos habla también de la humildad del país. Ello nos lo indica también el hecho de que, pese a ser mucho mas humilde, los precios al turista sean más caros que en Thailandia; Se pueden incluso percibir ligeros aromas del “acoso al turista” al que le someten a uno en lugares como la india, pero aquí es más sutil debido a la mentalidad de no-agresión existente en el sudeste asiático, lo cual, a veces, lo hace incluso menos honesto, pero en este caso sabemos que esta gente lo pasó mal -léase Pol Pot: 1.5 millones de desaparecidos en un país de 7 millones de habitantes.

En la frontera, por ejemplo, asistiremos, rascándonos la cabeza, al espectáculo de escuchar cómo el aduanero/guia en cuestión nos recomendará encarecidamente que cambiemos allí el máximo número posible de Bahts Thailandeses -o dólares, pero por estos últimos cobran comisión, aunque tambien se lleven la suya en el caso de los Bahts- aduciendo que al llegar a Siem Reap "no hay casas de cambio ni cajeros funcionales".

Cuál será la "sorpresa" -ejem- cuando al llegar a Sieam Reap nos encontremos un cajero enorme justo enfrente del hostal, con una casa de cambio al ladito.

He recibido, no obstante, muy buenos informes del resto del país, y por ejemplo en Sieam Reap encontramos el lago Sap, el mayor lago de agua dulce del sudeste asiático, algo así como el 4º en extensión del mundo y donde encontraremos un poblado flotante camboyano y otro vietnamita; suele valer la pena ir a verlo.

Hasta aqui el folleto de Camboya ^^ El próximo, desde las islas del sur de Thailandia.

Interludio 1º - Angkor Wat

Camboya fue, a principios del s.XII, origen y sede del reino más esplendoroso y extenso de la época en el sudeste asiático: El reinado Jemer.
Extendiéndose desde la capital hasta más allá de Camboya, Thailandia y Laos, bajo el mando del rey Suryavarman II, fue sede del mayor complejo religioso jamás construido: El Angkor Wat, el mayor templo del mundo y la ciudad que se extendía a sus pies, Angkor Thom. Con unos 750.000 habitantes, encontramos crónicas donde se compara Angkor con el londres de la época, dejando a este último como un simple “poblado” en comparación a las maravillas y templos existentes en Angkor. En total más de 100 templos, rodeados por una ciudad de casas elevadas en troncos.

Por fin, después de tenerlo en la cabeza desde que tengo uso de razón, el Angkor Wat se fue descubriendo, lentamente, tan lentamente como tardó el sol en salir la mañana del día 24 de julio.
De una sombra contra el amanecer se fue convirtiendo en lo que sólo puedo describir como un impacto en todos sus aspectos: Sensación de pequeñez, humildad, respeto ante unas gentes que tuvieron la idea de construir “eso”; sus 5 puntas, pintadas y probablemente chapadas en oro en su época, sus pasillos y piscinas interiores, ricamente talladas con todo tipo de figuras, sus templos exteriores y depósitos de agua; todo nos transmite una sensación de magnificencia y respeto que en pocos lugares más se encuentra. Realmente se percibe que se consiguió transmitir el respeto y el culto de la época directamente al corazón de la piedra desnuda, tanto que aún se rinde culto a los dioses en el templo de Angkor: Las piedras se encargan de ello.

Pero no es sólo el Wat lo que nos impresiona: un par de kilómetros al norte se encuentra el Bayou, profusión de enormes caras de Bodhisattva, deidad hindú, talladas en cada costado de cada punta de cada wat del templo, quizá otra de las imágenes más reproducidas de este conjunto de colosos intemporales.
Hay que decir, no obstante, que el material de construccion usado -piedra arenisca- no es el idóneo para resistir el paso del tiempo, menos en un lugar tan dado a la lluvia, pero los trabajos de restauración -financiados por alemanes, japoneses, filipinos, franceses... ni uno puramente camboyano- lo mantienen en razonablemente buenas condiciones. El precio a pagar: Dudo que desde su redescubrimiento en 1586 haya habido un año sin andamiaje invadiendo al menos uno de los templos, pero es algo que se olvida cuando uno se da cuenta de que, definitivamente, NO debemos perder algo como el conjunto de Angkor.
Una concesión sí se ha hecho: el Tha Phrom, que se mantiene más o menos tal y como se encontró, invadido por la jungla, abandonado desde el s.XVI. Aquí sí nos sentiremos “Jones” del todo: árboles centenarios estrangulando la roca, sus enormes raices colgando y rodeando los tejados de los subtemplos, pasillos abovedados derrumbados completamente, zonas acordonadas debido al obvio riesgo de derrumbamiento.




Un lugar para recordar, un lugar que me sobrevivirá a mi y a los hijos de mis hijos -caso que los hubiera o hubiere-.
En cualquier caso, hora de avanzar...