lunes, 14 de septiembre de 2009

Viet Nam, 1ª: La larga lucha Vietnamita

Viet Nam, el dragón dormido de Asia -o la pértiga con dos boles de arroz en los extremos, a esto les recuerda a los vietnamitas la forma del país-, tiene mucho del primero: Un dragón que ha luchado, ha dormido y está despertando con una fuerza intensísima.

Bautizada como la Conchinchina por los portugueses allá en el 1516, fue considerada una tierra difícil, más violenta y menos “colonizable” que muchas de sus vecinas; no en vano desde el siglo I a.C había estado en conflicto permanente con el mismo país del que acabó absorbiendo una buena parte de la cultura: La China, y a la vez soportando conflictos internos sur-norte.

No sería hasta unos 100 años después que un jesuita francés, Alexandre de Rodes, que romanizó el alfabeto Viet, pero que introdujo la religión cristiana -con los consequentes predicadores y obispos con, nos tememos, no las mejores intenciones- y puso al Viet nam en la mira del colonialismo francés.

Así que un clavo, Francia, sacó a otro, la China. Pero, ay de los Viets, este último clavo estaba aún más caliente y duró hasta 1954, en que después de la guerra de Indochina y la larga marcha del Tío Ho (Chi Minh) los franceses se retiraron del país, exhaustos, y el Vietnam quedara dividido en dos: La República Democrática del Vietnam en el norte, comunista, gobernada por Ho Chi Minh y la República del Vietnam en el sur, “amiga” de los EEUU y con dirigentes extremamente anticomunistas.

En este punto el lector ya adivina lo que viene: Después de una breve pero intensa ocupación japonesa llegaría la guerra entre el Norte comunista y EEUU más el Sur anticomunista, que arrojó sobre Vietnam, Camboya y Laos el triple de tonelaje en bombas que en toda la segunda guerra mundial.

Pero, como llevaban haciendo los ultimos casi 20 siglos, los Viets lucharon, vencieron y en nombre de Ho Chi Minh el vencedor norte comunista unificó al país en lo que es hoy: La República Socialista del Vietnam, cambiando el nombre de Saigón por el de Ho Chi Minh City y iniciando un férreo control sobre la población y cualquier tipo de disidencia pasando desde campos de “reeducación” a ejecuciones, privando al país de la libertad que se había ganado y reduciéndolo a un estado de aislamiento y parálisis.

Y en esas estamos... o casi.

Hoy en día, el partido comunista -el único, por supuesto- sigue empecinado en controlar cada aspecto de la sociedad civil, siguen habiendo disidentes encarcelados y ejecuciones políticas todos los años.

La televisión sigue siendo la del estado; los periódicos independientes no existen y se controla incluso la disidencia electrónica, pero el dinamismo en el que se ha envuelto el país desde su apertura en 1994 está obligando al partido a replantearse el camino, adquiriendo cada vez más tintes capitalistas y creando una especie de “capitalismo de estado” en el que todo se recibe, todo se monetariza, y todo pasa por manos del partido en un momento u otro.

Como todos sabemos, la avidez de dinero sólo lleva a un destino: Más avidez de dinero, así que no parecen quedar lejos los días en que cosas como la malnutrición o la escolarización pasen a ser priorodades políticas (en el 13r país más poblado del mundo, eso sí); en la escena internacional el Vietnam nació “ayer”, quiere participar y parece saber que ello conlleva gobernar el país de una forma más normal, más abierta. La gente ya no le teme a la policía, lo cual es el primer signo de recuperación...

Recemos para que lleguen a buen puerto sin perder el equilibrio, ni de un lado ni del otro.


No hay comentarios:

Publicar un comentario